Relato corto: Fugitivos en la oscuridad

20 julio 2011

Hola holaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

Aquí os traigo un relato corto que escribí(y que al hacerlo corto se fastidió XD), que a ver... yo lo veo demasiado raro y en realidad no me gusta mucho y eso que es mio jajajaja

Pero quería ponerlo aquí, porque ya que estoy poniendo todo lo que escribo... pues aquí os dejo uno más!

Fugitivos en la oscuridad

            La luz de la luna entraba débilmente por la ventana, dejando en penumbra la pequeña habitación; era una habitación muy sencilla para una chica de 19 años. Solo tenía una cama bajo la ventana, un bonito tocador de madera, y un armario antiguo que ocupaba gran parte de la habitación. Alicia se encontraba como siempre con la mirada perdida y esa sensación de vacío que solía tener a cada minuto de su existencia. 

            Escuchó algo chocar contra su ventana, y vio por primera vez a aquel desconocido, con unos curiosos ojos verdes y una melena rubia despeinada, haciéndole señas para que abriera y le dejase entrar.    

            No pudo más que asombrarse de ella misma al verse abriendo la ventana al chico, que entró de un saltito y muy elegantemente se sentó en el borde de su cama con una gran sonrisa de triunfo reflejada en su rostro.
            -¡Alicia! -dijo el chico mirándola fijamente con su gran sonrisa -. Por fin te encuentro, ha pasado tanto tiempo…
            Alicia no conocía al chico, no recordaba a nadie parecido, sólo sentía algo familiar en él, en esa alegría que mostraba al mirarla, en la forma que sus ojos la sondeaban en busca de cualquier signo de reconocimiento hacia su persona. Tenía una piel blanca que resaltaba el color verde intenso en sus ojos, la rubia melena se mecía con la brisa fresca de la noche que entraba de la ventana, acariciándole suavemente los hombros. Llevaba una fina camisa blanca que se le pegaba al cuerpo y hacía a Alicia ver con claridad, que a pesar de su delgadez, era un chico musculoso. Lo que más le llamó la atención, fue la confianza que le producía y la franqueza de su mirada. Era como si ya le conociera.

            -¿Quién eres? ¿Cómo es que sabes mi nombre? –fue lo único que consiguió preguntar. 

            La cara del chico cambió de alegría a preocupación, o quizás era desesperación; Alicia no conseguía saberlo con seguridad.

            -Creía que después de tanto tiempo, después de todo lo que me ha costado encontrarte, ellos te dejarían ser libre y que por fin podríamos irnos juntos. –Sonaba triste y contrariado, Alicia no podía hacer nada más que mirarle e intentar recordarle, pero por más que lo intentaba no conseguía nada. Notó como algo le crecía dentro del pecho, una sensación intensa y agobiante. Para cuando se dio cuenta de lo que era, el chico ya se había levantado de la cama y le estaba dando un intenso abrazo.

            Al contrario de lo que se supone que debería hacer ante un desconocido, Alicia no conseguía detener las lágrimas que corrían por sus mejillas, y el abrazo repentino no hacía más que intensificarlas. No conseguía poner su mente en orden. ¿Qué hacía un chico en su ventana? ¿Por qué ella le había abierto sin vacilar aun sin conocerle y porque él si que la conocía…? Y lo más importante de todo, ¿Por qué lloraba y sentía tal angustia al haber escuchado esas palabras?

            -Te lo explicaré todo Alicia, se que sufres y no sabes el porqué, te conozco demasiado como para no saberlo. –afirmó-. Te conozco desde que eras una niña pequeña, tus padres tenían una casa al lado de la mía. Desde que eras pequeña has tenido problemas de salud, tu madre siempre venía a recogerte al colegio y no te volvíamos a ver en un par de días. Una vez escuché decir a una profesora que te daban unos ataques muy extraños, pero yo era muy pequeño, no entendía mucho de lo que estaba hablando y no presté demasiada atención. Al cabo de dos días de haberte ido, volvías feliz a clase, y cada vez que te preguntaba que te había sucedido nunca te acordabas de nada. –Se separó un poco de ella y la miró con atención. –Cuando íbamos al instituto, empezaste a faltar cada vez más, y yo a cada día que pasaba estaba más preocupado por ti, no sabía que te sucedía, ni porque no podía ni siquiera ir a visitarte nunca, así que un día conseguí llegar desde mi casa a la tuya saltando por la terraza y me asomé a tu ventana. Lo que vi me dejó muy sorprendido, te vi llorando, pataleando y pidiendo socorro, mientras tu padre te estaba sujetando por la espalda y tu madre te ponía algo en el brazo, como una inyección, diciendo que no pasaba nada que enseguida se te pasaría todo. Después de eso te quedaste adormilada y dejaste de gritar, pero no parecía que tuvieras mala cara cuando ellos te estaban sujetando, la sensación de que algo iba mal vino después. Empezaste a convulsionarte sin parar hasta que ellos te ataron a la cama y salieron de la habitación como si no te pasara nada. Cuando me cercioré de que no volvían a entrar, entré por la ventana e intenté hablar contigo para ver como estabas en realidad. Te habías quedado pálida como la leche y no conseguías decir las cosas claras, solo entendí que querías salir de allí. –Tomó una pausa para respirar y observar como su cara pasaba de la incredulidad total a una de pesadumbre. –Después de eso estuve yendo a tu casa todos los días a mirar por la ventana a ver que te sucedía. Cuando parecía que estabas mejor, tu madre te daba de comer una sopa que volvía a dejarte en un estado agonizante, y no paraba de consolarte. Cada vez que se iba, entraba por la ventana e intentaba hablar contigo, saber que es lo que te ocurría y si eso era normal, pero lo único que saqué en claro era que si te sucedía algo, era por culpa de tu madre.

            -¿Y por qué no recuerdo nada de lo sucedido?

            -Eso es lo más raro de todo este asunto. Tú nunca te acordabas de nada, y poco a poco dejabas de acordarte de todo lo que te importaba. Conseguí que no te olvidases de mi porqué iba a verte cada día, pero si te  preguntaba por algún amigo tuyo del colegio, o incluso de lo que habías comido el día anterior, lo único que hacías era mirarme perpleja, como si no supieras de qué te estaba hablando. Estuve investigando sobre lo que te ocurría durante bastante tiempo y encontré algo relacionado con el síndrome de Munchausen. Tu madre te provocaba todo lo que te sucedía, hizo creer a los médicos y a todos los que se interesaban por ti que estabas muy enferma y que ella te cuidaba y te ayudaba, cuando en realidad era todo lo contrario.

            -Entonces, ¿es por eso que creo que te conozco? ¿Realmente tienes algo que ver conmigo?

            -Alicia, yo no puedo decirte exactamente cuáles eran tus sentimientos, pero sí que puedo decirte lo que pasó y lo que yo sentía. –Apretó los labios y siguió explicando-. Un día que tu madre había salido y aun no te había dado nada, decidí ir a buscarte y sacarte de allí. Metí toda la ropa y lo que pude dentro de una mochila que tenia preparada y salimos corriendo de tu casa. Conseguimos llegar bastante lejos, tú no parecías agotada ni aletargada, así que no dejamos de movernos hasta que llegamos a la otra punta de la ciudad. Nos escondimos en una casa que llevaba vacía bastante tiempo. Estuvimos ocultos durante meses y sin que pudiera hacer nada para remediarlo, me enamoré de ti como nunca. Te convertiste en mi pasión, vivía por complacerte y hacerte feliz. Tú eras feliz, se te notaba en la cara, en tu mirada, nunca te había visto tan… viva. –Lo último lo dijo en un susurro, como si le diera miedo reconocerlo-. Yo estaba tan loco y estoy tan loco por ti, Alicia, me tenías tan enamorado con tu preciosa sonrisa y tu fragilidad, que habría hecho cualquier cosa por ti, por conservar tu felicidad, no habría permitido nunca que te arrastrasen de mi lado como hicieron… ¿Recuerdas ahora algo de lo que ocurrió?

            -Alex… -Alicia recordó todo lo sucedido, cómo habían entrado en la casa y la habían arrancado de sus brazos, como la encerraron en un lugar desconocido que ahora conocía como su habitación después de un viaje muy largo y recordó con mayor intensidad cómo ella también le había amado a él.

            Saltó a sus brazos con lágrimas de júbilo, era él, su salvador, el mismo que la había rescatado de la vida miserable que llevaba por culpa de su madre, obligada, sin poder hacer nada para escapar de ella.  

            -Debemos irnos Alicia, antes de que no tengamos escapatoria. Llevo tiempo ahorrado dinero para irnos a donde queramos y llevar una vida normal donde el destino nos depare. Ahora somos adultos, conseguiremos todo lo necesario y huiremos donde no puedan volver a encontrarnos.

            Besó con una pasión irrefrenable a Alicia, que a su vez le correspondió el beso, sintiendo que por fin estaba completa. 

            Sucedieron muchas cosas aquella noche, tenían tiempo para demostrarse su amor. Y cuando quedaban pocas horas para el amanecer, salieron escondidos entre las sombras como dos fugitivos enamorados hacia la oscuridad de la ciudad.  


¿Qué os ha parecido? 

Horrible verdad? Siento haceros pasar por este suplicio xDDD


Nos leemos!!




2 comentarios:

  1. ¡Pues a mí me ha gustado! Qué lástima Alex, que ella no se acordaba de él, por suerte, acaba recordándolo y se fugan juntos, qué bonito:D

    Lo que no he entendido muy bien es lo de la madre, ¿qué le hacía exactamente a la chica?

    Un beso guapa!

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  2. @Ana.R.C
    Pues su madre tiene un síndrome muy raro (Munchausen) que lo que hace es que hace enfermar a sus hijos y puede incluso llegar a matarlos, pero cuando les hace daño, los cuida y hace parecer a los demás que ella es una buena madre y que lo que quiere es protegerlos, es bastante raro la verdad.
    Me entró la curiosidad (lo vi en una película xDD)D y me puse a mirar cosas sobre él jajaja

    Me alegro mucho de que te haya gustado!

    Un besazo guapisimaa

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